Cuando se está nervioso, cuando no se tiene alternativa ni nada que ofrecer, cuando no hay nada que perder porque ya te dan como perdedor, entonces recurres al barro, a lo sucio, al ataque personal. En eso se ha transformado esta campaña europea que apuntaba aburrida y que ha acabado convirtiéndose en una discusión de marujas de portal a las 4 de la tarde sobre si fulanito es más o menos machista en lugar de lo que votaremos el domingo: Europa.
En el debate ya lo demostró, y cumplió a rajatabla el guion de ficción que había esbozado en un artículo días antes: aborto, ir de la más feminista del mundo, llamar machista al contrario y amnesia profunda de lo ocurrido hasta hace dos años ( https://ladoblemoral.com/2014/05/08/asi-sera-el-debate-valenciano-canete-historia-de-una-ficcion-muy-real/ ). Vamos, un compendio sobre la demagogia más descarada (con mueca de medio llorar y carta de un supuesto joven desesperado incluido) y ni una palabra o propuesta sobre Europa. No es que yo sea Sandro Rey y lo adivinase, es que el personaje es muy predecible, y no da para más. Elena lleva toda su vida con el mismo rollo y da igual que sean las elecciones europeas o las del presidente de la escalera, ella saca a pasear el aborto y su supuesto feminismo y a vivir que son dos días.